jueves, 10 de febrero de 2011

my t-train girl

Bueno, ya he vuelto al cole. Y me han nombrado "super administradora" en un proyecto, suena guay, eh? En realidad no es para tanto, pero a mi me hace ilusión. En fin. Es un asco porque hoy he madrugado muchísimo, hacia taaaaanto que no madrugaba... es raro, el tren es un rollo, hace mucho sueño, y a esas horas los músicos del tren no tocan la lambada, que es la única canción que les tolero y con la única que no me cabreo y no les lanzo miradas de desprecio.
Cuando he salido del tren he mirado al suelo (porque el otro día me encontré 5€ y ahora miro al suelo mucho más) y he visto las lazadas gigantes que llevaba en las converse asomando por el pantalón y he pensado: pardilla! Nadie que mole lleva estas lazadas, joder. Nunca podré molar así. Bueno, pero eso da igual.
J. me ha regalado este bolso tan bonito de Giulia Sagramola

El blog de Giulia me mucho porque tiene dos perros salchichas en la cabecera, y yo siempre he querido tener un perro salchicha para verlo bajar escaleras, o un galgo, o un perro de caza con el pelo muy largo pero que nunca me acuerdo de su raza y además siempre me resulta muy tedioso encontrarlo. A ver, que me disperso: el bolso. Cuando me llegue será el nuevo amuleto para la recta final. Es algo que no entiendo muy bien, porque no creo en nada, pero siempre me invento amuletos y además me dan patatús si los olvido o cosas así. En mi taquilla tengo al Gatitu de la Suerte, que es un gatito indio subido en una silla y me da muy buena suerte, luego para los exámenes siempre tengo que llevar: mi pulsera de peces, los dos relojes de la suerte, la bola del ratón. Algunos los pierdo y dejan de ser automáticamente amuletos. Tengo un "plástico de la suerte" que fue dónde iba el nuevo contrato multimillonario de J. y entonces allí llevé mis apuntes de no sé que y aprobé (que he aprobado todo, por cierto, incluso la asignatura esa por la que lloriqueaba unos posts atrás, lo pongo así entre lineas porque me da vergüenza quejarme y luego aprobar) así que se convirtió en "el plástico de la suerte" obviamente, lo que pasa es que ahora está mezclado con muchos otros y ya no sé cual es el de la suerte. Así que tendré que tomar una decisión: si nombrarlos a todos los plásticos de la suerte, ya que se traspasa por contacto o proximidad, o determinar que se le ha pasado el efecto suertudo y ya no será de la suerte nunca jamás, porque tener muchos de la suerte es un poco de morro.

My T-Train girl

2 comentarios:

panda dijo...

Pues claro que todos se han convertido en plásticos de la suerte!!!! La suerte era poderosa en ese joven plastiquito!

dEsoRdeN dijo...

Los músicos del tren (o el metro) consiguen despertarme al skinhead que todos llevamos dentro... grgrrrrrrr!!!