miércoles, 24 de junio de 2020

el mirlo

Desayuno fuera y un mirlo se posa en la farola. El mirlo negro y la farola negra sobre el fondo verde de la hiedra, posado de perfil, tranquilo, en el silencio de la mañana. Esto me recuerda a japón, donde en la quietud muchas cosas resultaban poéticas, al menos visualmente, es eso posible? Aquella libélula posada en un callejón con el sonido de los cantos de los monjes de fondo, aquel bebé que estaba en mi barriga pero que dejó de estarlo muy pronto.
Pero son las 7:56 así que todos los pensamientos se desvanecen rápido porque tengo que empezar a trabajar. El trabajo sigue sin emocionarme, pero estoy muy contenta de que ya no me provoque amargura. Conformarse? O aceptar donde estás siendo compasiva contigo misma? Entregarte a la no-acción es lo correcto?

Me pregunto como debe ser tener una vocación de algo, yo creo que nunca la he sentido, o no la he escuchado, o no he mirado demasiado para adentro. A lo mejor si la he sentido, pero no la he escuchado. O quizás si la sentí, y la escuché y lo que no me gusta es el resultado. 
A veces se me ocurren cosas que me gustarían hacer que me alejan de lo que hago ahora, pero me falta la osadía que se tiene con la juventud. O quizás esa osadía me habría faltado también entonces. Nunca podré saber como hubiera sido. Como será sentir esos impulsos? Serán esos impulsos los que ya siento, pero siento que son demasiado leves? La palabra vocación me parece que tiene que generar en el cuerpo una sensación, como algo místico, o algo físico, como algo en las tripas, como un vértigo, como si tuvieses unas manos a punto de empujarte cuando estás en lo alto de un precipicio. Igual la tengo romantizada como muchas de las cosas que romantizamos en la vida, no? Igual no tiene que ser algo tan épico. Igual la épica que espero no es más que algo que excusa al miedo en mi cabeza? Puede ser.

Hace cinco o seis años estaba en un trabajo que me amargaba bastante el alma y el espíritu, y llegó a mis manos el libro de William Morris "Como vivimos y como podríamos vivir" y me generó una rabia y una frustración mucho mayor de la que ya sentía, no el libro en sí, obviamente, compartía casi todas las opiniones compartidas por Morris, lo que me generaba frustración era vivir en un sistema capitalista en el que era inviable entregarme a la belleza y al hacer cosas que me gustan y me enriquezcan, porque no todo lo que me gusta da dinero. De hecho, el dolce fare niente no da nada de dinero y me gusta muchísimo.
Entre todo esto, y estos discursos actuales de "sal tu zona de confort", me pregunto si es menos valido estar en un trabajo que no me apasiona pero que me da dinero y me deja el suficiente tiempo para disfrutar de la vida con mi familia y las cosas que sí me gustan. O si cuando pase el tiempo y esté cruzando para el otro lado diré eso de "es que no entendiste de que iba la vida, tía". Para mi ahora es suficiente sentir paz, trabajar 6 horas y pasarme el resto del día jugando. Tan importante es el trabajo? O le estoy dando todas estas vueltas porque es otra p*** estratagema del sistema capitalista? Quiero decir, tiene que trabajar todo el mundo de algo que le gusta porque si no tu vida no tendrá tanto sentido como la de los demás? Sinceramente me parece un privilegio al que no todo el mundo tiene acceso por desgracia, y por eso pienso que quizás nos la hayan colado por ahí también. 








1 comentario:

dEsoRdeN dijo...

El trabajo es el esclavismo de hoy en día disimulado como si fuera algo bueno (por lo que decías del sistema en el que nos ha tocado vivir). Yo sí que sentí esa vocación ya en la adolescencia y me pude ganar la vida con ello, por lo que me siento afortunado en eso (en otras cosas sería harina de otro costal). Pero con el tiempo te cambian las prioridades (o almenos a mi me ha pasado). Y aunque ahora ya no vibre como años atrás con mi curro, mis horarios dEsoRdeNados me permiten tener el tiempo para disfrutar de otras cosas no remuneradas pero que sí me llenan y me excitan. No nos queda más remedio que ganar dinero para sobrevivir, nos guste o no entrar en esta rueda tan perversa, pero el tiempo es algo infinitamente más valioso (y el confinamiento ha sido un claro ejemplo para reflexionar muy mucho sobre ese "cómo vivimos y cómo podríamos vivir" del libro...)